jueves, 7 de enero de 2010

Caminante VIII

Tras haber salido del restaurante con la sensacion de que lo habian estafado, Calisto decidio hacer turismo por la ciudad, que no guardaba relacion con el pequeño pueblo de Stonelake, en el que vivia antes de su mudanza. Parecia estar entre edificios de grandes mpresas, todos con al menos quince pisos, llenos de oficinas, con unos diseños extremadamente cubicos, ninguna curva tenia lugar en el ambiente sobrio y seco que estos edificios generaban. Continuo su camino pensando en el acertijo propuesto por el papel que le entregaron en el As de Picas, sabia, por intuicion, que tenia algo que ver con la libertad, pero aun no conseguia dar con la clave que descifraba el enigma. Seguia pensando en ello, y no prestaba mucha atencion al camino cuando choco con un hombre que al oir su disculpa se limito a contestar con un gruñido. Sin darle mayor importancia siguio su camino hacia ningun lugar, hasta que le parecio que se acababan todos esoos edificios tan altos que parecian monstruos. Llego a algo que pretendia ser un casino, sin mucho exito, penso. Entro para ver el ambiente que habia. Aun no habia terminado de poner un pie en la sala cuando todas las miradas se centraron en el. Un instante despues todo eran cuchicheos, nadie sabia quien era el, pero todos sabian que era forastero.  Se acerco al mostrador y compro algunas fichas, directamente se dirigio hacia las mesas de blackjack, oh el viejo Jack, ¿cuando habria sido la ultima vez que jugo?¿Recordaria aun como se jugaba? Parecia que le iba bastante bien, en las primeras partidas cuadruplico el numero de fichas que tenia apostando "doble o nada", una sonrisa se esbozo en su cara cuando perdio la primera vez. Habia llegado el momento de cambiar de juego. Miraba hacia las mesas de poquer y sintio un agarron, una mano habia tirado de su hombro hacia atras con tal fuerza que casi caia de espaldas al suelo, se dio la vuela y vio a un hombre enorme, vestido con una gabardina, y sombrero, pantalones negros y unos grandes mocasines.
-Disculpe, caballero, ¿es usted nuevo por aqui?- Dijo con una sonrisa.
-Si - Se oyo decir a si mismo con una debil voz.
-Vayamos a aquiella mesa, alli podremos hablar mientras jugamos.

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