martes, 30 de marzo de 2010

Diario del Caminante I


Mi nombre es Calisto Gutiérrez y éste es el primer día de mi nueva vida, hace unos días abandoné mi lugar de origen por razones morales. No me podía permitir seguir viviendo allí después de lo que hice. No tiene nombre.
Es posible que muchas veces os hayáis sentido como yo, sin embargo, lo mío es diferente. Yo he venido a esta ciudad para olvidarme de mi antiguo yo, he arrancado mis raíces y he cambiado de maceta. Quizás así dé fruto, y cuando esto suceda, estaré preparado para volverá allá de donde vengo.
Mis primeras experiencias en este lugar no fueron muy alentadoras, me costó mucho trabajo llegar hasta aquí para encontrarme una ciudad sobria y mecánica en la que parecía no haber lugar para las emociones. Donde a cada persona que veía por la calle parecía que se había despojado de sus sentimientos, había llegado a una ciudad sin corazón.
Cuando más pensaba que me había equivocado viniendo aquí, una luz apareció en mi camino, me encontré con un lugar extravagante, el As de Picas, un pequeño local, ameno y simpático en el que entré sin dudar, necesitaba pasar la noche en algún sito, y aquello parecía un hotel. Tras haber cargado todo el camino con mi maleta, era normal que estuviese agotado, fue un camino largo el que hice desde mi pueblo hasta aquí. Volviendo a mi llegada al As de Picas, al entrar, el recepcionista me transmitió una sensación de amistad y bienestar que pocas veces había sentido antes. El deseo de trasnochar en este hotel hasta que me marche de la ciudad me invadió por completo.
Es cierto que a pesar del confort y alegría que despide este hotel, no puedo evitar pensar que es un lugar bastante raro. Es un lugar fuera de toda lógica, tanto es así que no me han pedido dinero a cambio de pasar la noche, sino que, a cambio de cama y habitación, me piden conocimientos, me piden que resuelva un acertijo cada día y a cambio ellos me dan la llave de la habitación ese mismo día. Tengo miedo, es cierto, nunca he sido muy inteligente ni he destacado en el arte de resolver enigmas. Pero soy optimista, con esfuerzo y una pizca de suerte, espero resolver todo lo que se me ponga por delante, y también espero que con esto se desarrolle mi mente y mis conocimientos. Ahora me parece curioso. Es como si el cambio que necesito estuviese viniendo a mí en la misma medida que yo lo estoy buscando, y eso me gusta.