domingo, 25 de abril de 2010

Caminante XIII

Arturo Turín era un hombre alto, canoso y simpático que Calisto había conocido cuatro años atrás. Prácticamente desde que se conocieron mantuvieron una estrecha relación de amistad, movida quizás porque ninguno de los dos tenía familia. Cualquiera que los viera sin conocerlos podría jurar que eran hermanos y no se equivocaría del todo, pues la relación entre ambos se parecía más a la fraternidad que a la propia amistad. Al poco tiempo de conocerse los problemas de Arturo eran problemas de Calisto, y los de Calisto también fueron problemas de Arturo, hasta el punto que cuando Arturo dejó la empresa para a que ambos trabajaban, Calisto no duró dos meses sin sin su compañía y también se marchó.
Cuando Arturo se fue del pueblo con la idea de abrir un negocio, se lo propuso a Calisto, pero éste se iba a casar y le respondió que más adelante.
-Cuando quieras, búscame-Se limitó a contestar Arturo.- Sabrás donde estoy.
Y ahí estaba Calisto, frente a su amigo con una idea muy clara.
-Arturo, tengo el local y el dinero, ha llegado el momento.-Le dijo con una sonrisa en la cara.
-¡Maldita sea, Calisto! Once meses y medio esperándote,¿Y lo primero que se te ocurre decirme es esto? ¡Anda, dame un abrazo!-Dijo Arturo sin sacar su pipa de la boca, en tono alegre y estendiendo los brazos.
-Yo también me alegro de volverte a ver, Arturo, tenemos mucho de lo que hablar. Empezando por Lucía...
-¡Adelante!¡Siéntate! Me lo contarás todo mientras almorzamos-Dijo Arturo mientras, con su brazo le indicaba uno de los sillones de su salón.